lunes, 14 de marzo de 2011

DIARIO DEL VIAJE A LA ANTÁRTIDA ( VII ).

Día 04 de noviembre de 1989.
Hoy es sábado, y es el día señalado para zarpar rumbo a Montevideo (Uruguay); durante toda la mañana se han estado ultimando detalles para preparar la partida. A las 17.00 horas hemos salido, y fueron a despedirnos el Cónsul español y el Agregado Naval, con sus respectivas esposas, deseándonos buena travesía y buenos vientos hasta nuestra próxima recalada en puerto.

Empezamos la singladura, una más, con un poco de meneo en el barco, debido a que nos encontramos con la mar un poco revuelta, y esto es lo que me ha llevado a "pagar el tributo" a Neptuno, haciéndome salir al alerón del barco y "echar la pastilla"; gracias también a los callos que nos ha preparado el Lubina, fortísimos y picantes, por lo que en cuanto noté un poco de movimiento en el barco, no dudé en arrojar todo lo que llevaba de más en el cuerpo. Pero bueno, esto lo arreglé de inmediato, dándome una buena ducha para despejarme y me metí en cama, a descansar. Luego me tendré que levantar para la guardia nocturna, pero bueno, mañana será otro día y Dios dirá lo que nos vamos a encontrar.

Día 05 de noviembre de 1989.
Continuamos con el mismo rumbo, y de momento llevamos la mar de popa, por lo que navegamos bastante cómodos, casi igual que cuando íbamos de Canarias a Brasil, y esperamos que nos dure así mucho tiempo. No es por nada, sino porque llevando la mar de proa, es mucho más difícil para todo y para todos, y seguramente tendremos muchos días en la que encontremos así o incluso peor que ahora.

Es domingo, pero da igual, para nosotros es como si fuera un dia cualquiera, y nos vamos dando cuenta de que en el barco, todos los días son iguales. No notamos la diferencia de un laborable a un festivo, porque si hay que trabajar, no importa que día es; se trabaja y listo.

¿Qué otra cosa podemos hacer? He estado con el ordenador durante un buen rato y por la tarde he ido a llamar por telefono, ya que me corresponde por turno. Por tres veces lo he intentado y no he conseguido tener comunicación alguna con mi familia. En fin... se habrán ido de merienda a algún sitio. Bueno, otra vez será y esperemos que haya más suerte.

Finalizo el día entrando de guardia a las 04.00 horas con buena mar, viento casi de popa y una tormenta eléctrica en el horizonte de lo más espectacular y bonito que haya podido ver. Parece como si hubiera una gran fiesta con pirotécnia de la más alta imaginación de los especialistas de las Fallas Valencianas. Quizás sea un poco exagerado, pero me causó mucha impresión observarlo desde tan lejos. ¡Tenía un colorido precioso!, y se veía tan bien que me ha salido la expresión sin pensarlo. Esperamos que esta tormenta no nos afecte a nosotros cuando lleguemos a su altura y sea solo pasajera o la pillemos de refilón.

Dia 06 de noviembre de 1989.
Bueno, hoy hemos empezado el día como se acabó ayer, con la tormenta eléctrica por la proa, sin que nosotros hayamos llegado a su altura por el momento. Lo que quiere decir que se mentiene todavía a bastante distancia. Por la mañana, de guardia de 11.00 a 14.00 horas, con una mar gruesa, bastante "gorda", que dejó fuera de combate a mucha gente, y después de comer vendría bien una buena siesta, que sigue siendo el "deporte nacional", aunque nos encontremos a muchas millas de casa. Bueno, si la mar te deja descansar un rato y no te saca de la cama. No nos gusta perder nuestras costumbres y por eso la seguimos practicando, menos los que están de guardia. A esos les tocará en otra ocasión.

Hoy me ha vuelto a tocar turno de llamada (porque había hueco), y hoy si he podido hablar con mis padres, y ya me enteré del por qué ayer no pude hablar con ellos: estaban de fiesta en casa por un cumpleaños, y me alegró un montón el poder volver a tener contacto con ellos. Después hemos estado viendo la películo "Rocky IV" y nos hemos divertido durante un buen rato.

A las 20.00 horas he vuelto a entrar de guardia y nos hemos encontrado a la altura de Río de Janeiro, con un buen número de plataformas petrolíferas en el horizonte, a la vez que se veía a nuestro alrededor, según íbamos navegando y en nuestra ruta, mucho tráfico de barcos y otros que se encontraban pescando. Hemos tenido que gobernar el barco en "manual" (hasta ahora veníamos utilizando el piloto automático, cuando las travesías son largas), pero sin dificultad alguna. De todos modos, hay que hacerse con el manejo del timón, como si te acostumbras al manejo del volante de tu coche, tienes que saber y conocer el movimiento justo para que el barco responda a ese... movimiento manual tuyo.

Y entre plataformas y barcos, hemos acabado la guardia y el día. Veremos que nos depara el nuevo que empieza... ¡ya mismo!.

Rumbo a seguir desde Salvador de Bahía a Montevideo, casi costeando.
Día 07 de noviembre de 1989.
Hoy amaneció el día con muy buen sol y una mar tendida del Sur, que aunque había momentos en que era un poco pesada, se toleraba bastante bien y no incomodaba.

He vuelto a trabajar con el ordenador bastante tiempo, exactamente hasta las tres de la tarde, por lo que he tenido que comer solo y poca cosa, aunque lo que había, tampoco era muy de mi agrado: ¡pescado!. Bueno, pues como decía, he estado trabajando y me voy dando cuenta de que es muy práctico y mucho más cómodo que hacerlo a máquina, aunque es un poco pesado, pues después de tanto tiempo trabajando en él, y con el movimiento del mar, termina uno como si estuviera borracho, que es como me he sentido yo, y además con dolor de cabeza. He comido dos canelones (que ha sido el primer plato) y enseguida me fui a descansar un rato, hasta las las cinco de la tarde que me vuelve a tocar de guardia.

Y la guardia, ha transcurrido tranquila, navegando rumbo a Montevideo, y con buena mar. A las 20.00 he salido de guardia, y he bajado a cenar, pero esta vez he cenado bien (por lo que no había comido a mediodía), y después de escribir esto (lo hago siempre que finaliza el día o bien antes de meterme en cama) me voy a dormir; hay que aprovechar las máximas horas de descanso y sueño que puedas, para luego poder estar bien espabilado en las guardias nocturnas. Me vuelve a tocar la guardia de alba, asi que me llamarán a eso de las 03.30 horas para ir espabilándome, refrescarme un poco y subir al puente a rendir otra nueva guardia. Asi que... hasta mañana, que será otro nuevo día.

Día 08 de noviembre de 1989.
El día que comienza, estando de guardia y viéndolo amanecer, no tenía muy buena pinta que digamos, pues empezó a nublarse bien temprano, pero a medida que avanzó, fue mejorando el tiempo, hasta que por fin se decidió..., lució el sol, como solo él sabe hacerlo.

A media mañana, apareció una manada de toninas que empezaron a jugar alrededor del barco, pero casi siempre por las amuras de proa e incluso saliendo desde la misma proa, como queriendo enseñar al barco como se tiene que navegar por la mar, y en que dirección hay que ir, como si ellas lo supieran. Daba gusto ver a estos animales tan simpáticos, y de muy buena gana nos hubiéramos tirado más de uno al agua, para jugar y nadar con ellos. Dimos la voz por los altavoces de interiores, y enseguida acudió mucha gente a cubierta para verlos y sacarles fotos, como si algo extraordinario sucediera, y la verdad es que no todos los días ves a una manada de estos mamíferos por lo que no hay que perder la ocasión de fotografiarlos.

La verdad es que parece una perfecta despedida de los mares de Brasil, porque escenas tan bellas como las que ofrecen, pocas veces se pueden ver, y nos gustaría estar horas y horas viéndoles jugar por delante del barco, sin que en ningún momento ocurriera nada fuera de lo normal; son demasiado listos y... más ágiles todavía.

Por último, decir, que ya nos queda menos para llegar a Uruguay, si Dios quiere y la Virgen del Carmen nos acompaña (Ella viene con nosotros, y desde su sitio en el Puente de Mando, seguro que velará por nosotros y por el barco).

Por la tarde transcurre todo muy normal: en la mar y a bordo. La guardia tranquila, oyendo música en la radio del Puente, y oteando el horizonte y lo que no es el horizonte, por si viéramos algo que se saliera de lo normal. La próxima guardia me toca a las 12 de la noche. Veremos que novedades nos encontramos a lo largo de esta guardia.

Montevideo, a la desembocadura del Rio de La Plata.
Día 09 de noviembre de 1989.
Hoy es un día de los pocos que han amanecido bonitos y bien: la mar, tendida de popa..., buen tiempo..., buen sol..., poco viento..., la gente de a bordo con buen humor, y... buena comida; la única novedad fue que se nos ha fastidiado el radiocasete del Puente y nos hemos quedado sin música, hasta que el personal competente de la dotación, solucione el problema. Porque ir en el Puente sin oir música, se hace demasiado aburrido para las horas que estamos ahí arriba.

Después de la comida, nos echamos la partidita de dados, y en juego estaba la botella de coñac "Torres X", para tomarlo con el café. Ésta le ha tocado perder a nuestro compañero Bravo, que es el "chispas", y como a todos nos ha pasado... ¡pagó!.

Por la tarde, he vuelto a trabajar con el ordenador bastante rato, y luego estuve echado en cama, hasta las 20.00 que me tocaba entrar de guardia hasta la medianoche.

Antes, estuvimos haciendo preparativos para una pequeña fiesta a Berjano, que cumple años. Su primer regalo fueron dos tarjetas de "Poppy Cards" y una camiseta de "combate", regalo hecho por Bravo, porque sabía que le gustaba esa camiseta. Y con el pensamiento de que nos queda un día solo para entrar en Montevideo, nos preparamos para hacerle una pequeña fiestecilla de sorpresa.

Día 10 de noviembre de 1989.
Pues de nuevo volvimos a tener un amanecer precioso, con la mar calma y viento de popa. Entré de guardia a las 08.00 horas de la mañana, y la tuvimos buena, muy tranquila, sin novedad alguna que alterara nuestra travesía.

A mediodía, nos reunimos para felicitar a Berjano, y éste nos ofreció un postre exquisito: Tarta de piña, ¡riquísima! ¡por las barbas de Neptuno, no había probado antes una tarta tan rica!. A partir de ese momento empezamos con las bromitas: que si la "camiseta de combate", que los tirones de orejas, que si las botellas de cava, etc., etc., y yo me comprometí para hacerle un peinado a lo "Llongueras" (¿?), todo para pasarlo bien y en buena armonía, con el convencimiento de que estamos formando una buena piña entre nosotros, una gran familia bien avenida.
Ejerciendo de Llongueras, para hacerle una "cresta" a lo "punky"
Se invitó a los Oficiales y Suboficiales, así como al Comandante y también a los del relevo de la guardia; a las 14.00 horas se empezó la fiesta, reuniéndonos en el Comedor de Marinería, todos los componentes de la dotación, a excepción de la guardia de Puente y Máquinas, que debían estar en su puesto. Ya tendrán su momento.

Todos estábamos con él para brindar y para que apagara las velitas de la tarta. Se le cantó el "Cumpleaños Feliz" y varias canciones más para animar un poco la fiesta. Luego empezamos con las copas y la cosa fue más en serio, porque nadie quería que la fiesta decayera. Luego vino la entrega de los regalitos, a cual de ellos más simpático y significativo; la apertura de cada uno de ellos era coreada con gritos de admiración, aplausos y risas, después de ver de que se trataba el regalo. Todo muy bien, muy bonito y con mucha alegría. Hasta que la cosa decayó totalmente y se apagó; se apagó porque se hacía la hora de la cena y de entrar de guardia y no había que abusar mucho, que esperan por delante cuatro horas de guardia nocturna.

Yo, después de la guardia, me hice la cama, me dí una buena ducha -que ya me hacía falta- y a dormir, pues cogía la guardia del alba y además la entrada en el puerto de Montevideo.