martes, 15 de marzo de 2011

DIARIO DEL VIAJE A LA ANTÁRTIDA ( V I I I ).

Día 11 de Noviembre de 1989.
He entrado de guardia las 04.00 horas de la mañana y muy bien, muy bien, todo muy normal; la mar bastante calma, sin viento alguno y una temperatura de 20ºC; a las 06.35 amaneció un sol precioso y a las 07.00 entré en caña, quitando el piloto automático, pues comenzamos el paso en una canal dragada y había que asegurar muy bien el rumbo, vamos, "llevarlo al pelo", y se me dió muy bien, pero que muy bien, y no es porque sea yo, pero cualquiera de los tres que estamos en el Puente, lo hacemos muy bien en el timón (siendo solamente mi compañero Blanco el especialista en esto, en llevar el timón, pero como no hay Marineros que desarrollen este puesto, pues tenemos que hacerlo los profesionales de otra especialidad); a las 09.30 horas atracamos en el muelle después de atravesar una buena canal, único paso de entrada y salida para el puerto de Montevideo.

Y que además cuenta con el peligro de que en mitad del trayecto, a la entrada de lo que es la bocana, más o menos, hay un buque hundido, si, un buque de la Segunda Guerra Mundial perteneciente a la Marina Alemana, y del que todavía se aprecian por encima de la superficie del mar, las partes más altas del palo mayor y de las antenas que poseía este buque. Su historia es, que encontrándose por estas latitudes (a la caza de algún buque o submarinos de la Flota Aliada) se averió y tuvo que entrar en el puerto de Montevideo para reparar. De esto se enteraron los de la Flota Aliada y bloquearon el puerto para que no pudiera salir, comunicando a las Autoridades que si se le prestaba cualquier tipo de ayuda para reparar al barco nazi, bombardearían la ciudad hasta reducirla a escombros y cenizas. Ante las amenazas, los uruguayos decidieron no prestar auxilio a los nazis por el temor a los bombardeos. El Capitán del buque, entendiendo las razones -ya que Uruguay era pais neutral en el conflicto bélico-, salió de puerto y en mitad del trayecto, prefirió hundir el buque para evitar caer prisioneros de los Aliados y al mismo tiempo, evitar que entraran los buques a puerto. Cuando hundieron el buque, regresaron a puerto a bordo de los botes salvavidas y no pudieron ser apresados, porque Uruguay los acogió como asilados políticos. Y esta es la historia de este buque, que sirve como boya de aviso de bajos en la cana dragada de entrada al puerto de Montevideo. Allí quedó hundido, y en la actualidad sirve de aviso para todos los buques que entran y salen, para que naveguen alejados de su zona, antes de que puedan rozar con el casco y consecuentemente, tengan una via de agua, o bien se queden encallados en la zona.

En el pasillo central de la Catedral de Montevideo.

Bueno, pues después de estar atracados, y asear un poco los interiores, abriendo todas las compuertas que daban a la cubierta para que se ventilara todo, pasillos, Comedor, Camarotes... Hasta las 14.00 horas, cada uno estuvo haciendo lo que le correspondía y después salió franco por libre. Yo opté por meterme en cama y descansar, que buena falta me hacía; todo el barco en silencio, sin el zumbido que provenía de la sala de máquinas, sin movimiento en el barco, todo quieto... en silencio... Y así descansé hasta las 17.00 horas, después de darme una buena ducha y refrescarme, me puse de acuerdo con Txo y salimos juntos, pues anteriormente ya habíamos quedado con Berjano, Tony y Bravo, para ir a conocer un poco como es la ciudad a la que acabamos de llegar, la capital de Uruguay: Montevideo.

Nos tomamos unas cervezas, tan flojas como las de Brasil y por lo que parece, la cerveza de importación, se bebe muy poco por aqui; vamos, las que nosotros solemos beber en España. Luego nos fuimos a cenar a una parrillada donde los ánimos parecían estaban en franco decaimiento, por momentos, aunque había la típica chispa de alegría, pero no iba el ánimo hacia arriba, sino al revés. La cena la pasamos con aburrimiento, y hago constar que estaba muy rica, pero... Había que animarse como fuera, que nos lo merecíamos. Asi que empezamos a proponer cada uno lo que le parecía que podíamos hacer, y elegimos irnos de baile y conocer el ambiente de las discotecas de "acá" -como se dice en estos lugares-.
Ofrenda al General Artigas.

En la discoteca a la que fuimos, nos encontramos más gente de a bordo, y nos montamos nuestra fiesta particular, pasándolo estupendamente bien, por lo que los ánimos volvieron a subir muchos enteros y logramos ponernos contentos con alguna copita de más.

Es verdad que allí donde van los españoles... se nota; porque tal era la juerga que nos montamos nosoros solos, que nos dejaron sitio para que no estuviéramos apretujados contra el resto de la gente, y ésta se lo pasaba en grande viéndonos bailar y cantar. No molestamos a nadie, ni nadie se sintió ofendido con nuestros cánticos y movimientos "danzarines-no-se-sabe-de-donde". Incluso nos jaleaban mucho y de buenas maneras. Somos y tenemos conciencia de hasta que punto puede llegar nuestro jolgorio, y en ningún momento nos sobrepasamos y ni siquiera tuvieron que llamarnos la atención por nada. Asi que podemos decir, que lo pasamos... de escándalo, super bien, fenomenal, bárbaro... y muy dicharacheros con todo el mundo.

A las 05.00 de la mañana, decidimos irnos para el barco y echarnos a descansar, aparte de que hacía mucho frío, viento y lluvia, no apeteciéndonos otra cosa que llegar cuanto antes al barco, para meternos en cama. Y mientras sigue la lluvia y el viento, dueños de la noche, nosotros descansamos pensando en que será cuando nos levantemos por la mañana, ya que estamos en domingo y no tendremos trabajos, por lo que el que quiera dormir a pierna suelta, o hasta cansarse, o hasta romper la litera... ¡lo podrá hacer!.

Día 12 de noviembre de 1989.
Hoy cumplimos un mes desde que salimos de San Fernando, allí en la "Tacita de Plata".

Pues como decía anteriormente, hoy es domingo, y no hemos tenido que madrugar, pero tampoco nos hemos levantado muy tarde; lo que sucedió es que al ver que el día no había cambiado nada con respeto al de ayer y esta madrugada, nos mantuvimos -alguno de nosotros- en cama, dormitando hasta la hora de comer. Cuando me levanté para comer, me enteré de que había gente que se habían ido de excursión a Punta del Este, en un autobús que había puesto la Marina Uruguaya. Después de comer y de haber tomado el cafelito, reposando la comida, me he dedicado a arreglar un poco mi taquilla y a trabajar un poco, que siempre es interesante tener el trabajo al día y si se puede, adelantado, para luego no andar con prisas y tener que quedarme mientras otros salen a la calle. 

En las Tribunas del Senado o Sala de los Senadores

Por la noche, temprano a la cama, porque con el tiempo que hace, no apetece nada salir de paseo. Mejor se está en el barco, sin pasar frío, y teniendo una buena temperatura en el interior. ¡¡Nada hay mejor que estar en casita, cuando hace mal tiempo fuera!!. Otros si han salido, como por ejemplo los que fueron a la excursión de Punta del Este, una zona residencial y turística muy bonita y muy de moda, muy bien cuidada y muy elegante; de lo más moderno que se puede encontrar en la ciudad de Montevideo, y eso que está a distancia considerable.

Lo que les pasó es que tuvieron mala suerte; se les averió el autobús y se encontraron tirados hasta casi las tres de la tarde, hora en que pudieron volver al barco, pero sin comer, con frío y sin disfrutar de la excursión que les había programado. Sin embargo, los que nos quedamos en el barco -cuando llegaron ellos- nos reimos a su costa, pero ¿que le vamos ha hacer?. Nosotros tuvimos mejor suerte y estuvimos más confortables. Y nos reíamos cada vez que alguno contaba lo de la avería, el agua que caía, esperando que pudieran volver rápido al barco...


Fachada Principal de La Casa de Las Leyes.

Día 13 de noviembre de 1989.
Esta mañana, me han comisionado para hacer una excursión oficial, pero autorizados a ir de paisano, y a la que solamente hemos ido cuatro personas -los demás estaban escarmentados con esto de las excursiones-: a saber, el Capitán Médico, Samalea, el Alférez de Navío Soler, el Cabo Radio Tenreiro y yo. Dispusimos de un autobús militar para nosotros solos (aqui llaman a los autobuses, "colectivos"), porque se pensaron que iban a venir más miembros de la dotación, pero claro... después del día de ayer, nadie quería más viajecitos en autobús. Nada, que el Segundo "enganchó" a los cuatro primeros que vió: Nosotros. 



Monumento y mausoleo del General Artigas.

Empezamos el viaje riéndonos, porque nos parecía excesivo ir cuatro personas... seis con el conductor y el Suboficial de Enlace que venía también, como guía turístico. Y les dimos la opción de que pasaran por su acuertelamiento y pudieran cambiar el vehículo, pero nos dijeron que daba igual, que a ellos no les importaba en absoluto.


Llegamos a la primera parada: la Catedral, que resultó ser muy bonita, la visitamos toda y nos hicimos alguna que otra foto como turistas que somos, pero guardando el debido respeto por el Templo. De ahí, fuimos a la Plaza de la Libertad, homenaje al General Artigas, Libertador del Uruguay, donde quisimos entrar en el subsuelo, que es un mausoléo dedicado a su memoria, y de paso ver la urna donde reposan sus cenizas. Pero fue imposible, por la coincidencia de que hoy era el único día en que no se permitía la entrada al público. ¡Que mala suerte!. Intentaremos verlo otro día, porque según el "guía", es muy bonito por lo sencillo que es.

Urna con las cenizas del General Artigas.


Luego fuimos a la Casa de Las Leyes -lo que en España viene a ser el Palacio de Las Cortes-. Este edificio es muy bonito, digno de ver, pues todo él está hecho en mármol y donde una guía -una chica joven y muy cortés-, nos explicó detalladamente toda la historia que tiene y contiene este Palacio: desde su construcción hasta las Salas de los Diputados y Senadores, Salón de los Pasos Perdidos -que se utiliza solo para las grandes recepciones oficiales, así como tambien como capilla ardientes de algún alto mandatario de la Nación que hubiese fallecido-, Biblioteca Nacional -que está abierta a todos los públicos-, Sala de Recepciones, etc., etc. Además, esta señorita, -siempre diré que muy amable y simpática y buena relatadora de todo lo que muestra y enseña-, nos lanzaba continuas "puyitas" cuando preguntábamos por algún cuadro en especial (cuadros que representaban batallas en distintos lugares del Pais), haciendo referencia a la época en que Uruguay fue liberada del yugo de los españoles, por el General Artigas, y otros muchos comentarios que, claro está, siempre sería con los uruguayos y españoles de por medio, pero siempre a favor de los uruguayos. Bueno, nosotros nos dimos cuenta de las "puyitas", porque todos nos sonreíamos, pero no quisimos "entrar al trapo", no había por qué. Estamos de visita en un país extranjero y nos interesamos por su historia, algo que ellos si conocen y que nos enseñan, y punto. También ella se da cuenta, de que evitamos la discusión y "se la envaina", siguiendo su cometido pero esta vez, más comedida en sus relatos y explicaciones. Y al finalizar la visita, nos despidió muy amablemente diciendo que éramos unos españoles muy educados, algo que nos halagó y nos hizo sonreir. 

Salón de Los Pasos Perdidos.
 Pues volvimos al "colectivo y a continuar la marcha, y nos dió por mucha risa cuando observamos que la gente se nos quedaba mirando, viendo que disponíamos de todo un colectivo para nosotros cuatro. Bueno, pues nos fuimos en dirección a la zona donde se encuentra el Palacio del Presidente de la Nación -equivalente al Palacio de La Moncloa-. Un edificio muy modernista, de líneas muy modernas, muy lineal, pero al mismo tiempo muy feo, no tenía nada de bonito. Y algo que no le pegaba en absoluto, era la Guardia. Parecen auténticos "soldaditos de plomo", en su postura de estatuas totalmente inmóviles, bueno, esto como todas las Guardias Presidenciales.




Pero es que éstos, son el modelo del "Soldadito de Plomo". Ahí no paramos, porque no es lugar para visitar, solo pasamos por delante y... ¡adiós!. Seguimos el recorrido turístico y vimos el Estadio de futbol "Centenario", donde juegan los equipos del Peñarol de Montevideo y Nacional de Montevideo; naturalmente, no pudimos entrar porque se encontraba cerrado y luego estuvimos en un parque público de interés turístico, donde hay un monumento a los indios o gauchos, como aquí les llaman. Este monumento simboliza la colonización de Uruguay: una carreta tirada por bueyes y un gaucho azuzando a las bestias. El citado parque recibe el nombre de "Las Carretas", por este monumento y donde también nos hicimos nuestras fotos para inmortalizar ese momento.

Después, volvimos al barco, para poder comer y sacar el hambre que nos hacía sentir ya, retortijones en el estómago, por el largo recorrido que llevábamos en el cuerpo y sin apenas tomar nada. Ya era hora de que se acabara la excursión, aunque si hubiéramos tenido un buen sitio donde comer, no nos hubiera importado seguir la excursión, lo estábamos disfrutando, y mucho mejor que los de ayer.

A lo largo del recorrido, pasamos por avenidas donde nuestro chófer nos explicaba con detalle las características del pueblo, status social, nivel económico, y nivel de vida que se tiene por aqui. Y la verdad es que nos quedamos bastante sorprendidos. A su lado nosotros podríamos ser, perfectamente, de la "Jet Set".

Por la tarde, me dediqué a escuchar buena música hasta la noche en que salimos los dos Radios (Abel y Juan) y yo; queríamos cenar bien, algo típico de este lugar. Y hay que decir que lo pasamos muy bien. Fue una cena de lo más divertida, y no echamos en falta ningún tipo de compañía, tal y como estábamos los tres... nadie más. Bueno, si... aunque en realidad, si hubiera venido algún compañero más, tampoco hubiera pasado nada. Al revés, se hubiera deviertido tanto como nosotros. 

Y después de cenar, nos dimos un paseo largo, sin prisas, para hacer bien la digestión, y de paso observar y mirar el ambiente de las calles de Montevideo, como se movía la vida por aqui, viendo los comercios, las plazas, las cafeterías... Caminamos durante un buen rato, y cuando vimos que ya era un poco avanzada la hora, decidimos volvernos para el barco a descansar. Además, yo tenía que entrar de guardia al día siguiente y quería estar descansado. No me gusta trasnochar, cuando al día siguiente tengo Servicio.



En el Cerro de La Fortaleza, último bastión español en el Uruguay.