miércoles, 16 de marzo de 2011

DIARIO DEL VIAJE A LA ANTÁRTIDA ( I X ).

Día 14 de noviembre de 1989.
Como ya dije anoche, hoy estoy de guardia, y también hoy es el día en que salimos a la mar. Se nos acabó la estancia de descanso en Montevideo; ahora nos toca una navegación larga hasta llegar a Punta Arenas (Chile), ya dentro de los Canales Magallánicos. La salida está prevista para las 11.00 hora local. Pues hasta esa hora, hemos recibido al Agregado Naval, que vino a despedirse, y todo el movimiento que se veía en torno al buque era para ir aligerando amarras, desconectar la corriente de tierra y tenerla ya de a bordo, de los motores auxiliares, quitar la toma de agua potable... mientras, nuestro compañero Txo, se dedicaba a filmar con su cámara, los distintos movimientos del personal que pululaba por allí.

A las 10.50 horas, se tocó "Babor y Estribor de Guardia", y todo el mundo -como siempre- acudió a su puesto para que el barco pudiera zarpar sin novedad. Asi fue: salimos por la canal dragada muy despacito, ya que había un poco de corriente y nos empujaba, y yo a la caña -pues le correspondía a la Primera Guardia, y yo soy de ella-, sin irme ni un grado, por lo que pudiera pasar; muy atento a la voz del Práctico hasta que éste desembarcara cuando estuviéramos libres en aguas abiertas. Ahí pusimos rumbo Sur, hacia el Estrecho de Magallanes.

Poco tiempo después de la salida, nos empezó a pegar la mar a base de bien, y esto se movía de órdago, hasta que pudimos poner un rumbo más o menos cómodo que nos permitiera ir aguantando los embates del mar y movernos un poco menos, hasta que lo conseguimos.

Y acaba el día entrando de guardia -de nuevo- de 20.00 a 24.00 horas, con buena mar de popa y viento suave, bonancible. Veremos mañana, que tal se nos da el día y la mar, porque como ésta no acompañe, lo llevamos crudo.

Ciudad de Punta Arenas (Chile)
Día 15 de noviembre de 1989.
Pues hoy el tiempo ha empeorado mucho y tenemos fuerte mareja del S con viertos fuertes, pero como somos de los buenos, pues aguantamos lo que nos echen. Pero no fue así del todo, especialmente a la hora de la sobremesa, porque gracias a que nos dimos un buen atracón de buena comida (Sopa de minestrones, calamares fritos con patatas fritas y ensalada, con piña de postre), por la tarde no pude hacer bien la digestión y con lo que esto se movía, no tuve más remedio que "cambiar la pastilla", pero una vez hecho esto... ¡como nuevo!, sin mareos ni malestar de ningún tipo; ¡a continuar navegando, que es lo nuestro!.

Y según las previsiones meteorológicas, nos esperan unas 48 horas de muy mal tiempo. Esperemos que se equivoquen, si no... ¡que le vamos hacer! ¡hay que estar a las duras y a las maduras!.

Acabo la guardia con mal tiempo: fuerte marejada, rolando a mar gruesa, y vientos muy fuertes de 40 a 50 nudos, ¡casi ná, lo que nos espera por delante!.

Día 16 de noviembre de 1989.
Hoy comienza el día más o menos como ayer, y sin visos de que cambie, por lo que se puede ir diciendo que el cuerpo va notando los embates de la mar, pero de momento se va aguantando el temporal y aunque es un poco duro -por no decir bastante-, el organismo lo va superando y asimilando según el estado del tiempo y la mar; esperemos que cuando estemos en la Antártida, lo podamos soportar de igual manera, porque no sabemos gran cosa de lo que allí nos espera, salvo lo que muy por encima nos han contado los compañeros que estuvieron el año pasado, y tampoco fue mucho... porque prefieren que lo comprobemos por nosotros mismos.

Hoy, a pesar de que el Lubina se esfuerza en que comamos todo lo que nos pone, no ha tenido mucho éxito, su caldo gallego con repollo y el pescado al horno, lo ha comido muy poca gente, porque hay que decir la verdad: la mar no acompaña a las ganas de comer, y se prefiere estar mejor en cama descansando, que en el comedor intentando tomar algo con tanto movimiento que lleva el barco. Nos está dando por todos lados.
Bueno, pues de esta manera ha transcurrido el día de hoy, sin muchas cosas que contar, porque el único tema de charla es la mar tan mala que estamos teniendo, y que todos deseamos que se acabe cuanto antes, por lo que contamos el tiempo que nos queda hasta llegar a Punta Arenas, o cuando menos meternos dentro del Estrecho de Magallanes, que a lo más seguro, allí se habrá calmado la mar y estará más tranquila, por eso de que se está un poco al resguardo del Océano Atlántico.

Dia 17 de noviembre de 1989.
Hoy no está pegando más fuerte que estos días atrás, e incluso con rachas de vientos de más de 100 km/h. Y el agua está batiendo muy duramente. Este "cascarón" se mueve más que un bailarín, pero seguimos soportando el movimiento incomodo. El dolor viene cada vez que hay que salir al alerón, porque como no te agarres bien, te lleva el viento y te puedes lastimar si caes. Como novedad, decir que nos han dado ropa de frío para la Antártida y después de probarnósla y ver que nos quedaba bien, más o menos, tuve que vaciar la taquilla para hacer sitio a este nuevo vestuario, porque la taquilla es muy reducida y no cabe toda la ropa que nos dan, y todavía nos falta el saco del Ejército, que está guardado en la bodega y hasta más adelante no nos lo darán. Pero lleva más ropa para combatir el frío; veremos donde metemos todo esto, si apenas nos queda nada de sitio.

Hoy vamos costeando por la Patagonia argentina, para evitar en lo posible el maretón que nos está castigando duramente, por lo menos de esta manera, se hace más llevadero y menos duro. Si será fuerte como nos golpea la mar, que una de las veces que el agua saltaba a los pasillos de la cubierta, nos rompió una compuerta de la banda de Estribor y se inundó el compartimento que se usaba como oficina-archivo, y la consecuencia de esta inundación fue que no se salvó nada, a excepción de dos paquetes de folios y un par de libros. El resto... inservible. Esto puede ser la anécdota de hoy, que no ha sido muy buena, ya que había mucha documentación de archivo que a mi, particularmente, me podía haber servido de ayuda a la hora de trabajar, pero estas son las cosas que tiene la mar. Menos mal que dentro del compartimento solo había un archivador y varias cajas con carpetas y archivos, porque si llega a tener mobiliario o incluso la máquina de escribir (que es un armatoste electrónico), pues se lo habría llevado la mar. Me tendré que aguantar con lo que me queda en el otro archivador, que lo tengo situado en el pasillo de proa, junto a los aseos nuestros.

Volvemos a terminar el día con una mar muy gruesa y vientos fortísimos y muy fríos, por lo que podemos ir diciendo que nos vamos acercando al fin del mundo, que está un poco más abajo, pero del que esperamos volver -si Dios quiere y la Virgen del Carmen nos sigue acompañando-, cuando hayamos hecho todo aquello a lo que hemos venido hacer, y esto será seguramente -según los programas previstos- allá por el mes de Marzo, cuando arrumbemos de nuevo hacia España.

Atracados en Punta Arenas (Chile)
Día 18 de noviembre de 1989.
Pues que quereis que os diga... continuamos igual que ayer, pero hoy hemos tenido una novedad: ¡¡la de haber visto los primeros pingüinos, las primeras orcas y la primera foca!!, no los hemos distinguido bien, pero, como dice el Comandante, con tono de broma "...Como me imagino cómo es el hielo, ya hemos visto lo que teníamos que ver, así que nos podemos volver para casa..." Bueno, bromas aparte, seguimos capeando el temporal como podemos y costeando, hoy parece que amainó un poco; hemos sobrepasado las Islas Malvinas (o Falkland como las llaman los británicos), es decir, que estamos muy cerca de la entrada del Estrecho de Magallanes, a ver si como dicen los entendidos, una vez que estemos dentro nos calma la mar y descansamos un poco, porque de verdad que hemos tenido un buen "julepe", algo sensacional, que hasta los más avezados y los más duros, están derrotados, y yo el primero, y también nuestro Comandante, que aunque no lo diga, se le nota, pero él tiene que demostrar todo lo contrario ante su personal.

Día 19 de noviembre de 1989.
De madrugada nos hemos adentrado en el Canal del Estrecho de Magallanes, y ya hemos tenido enlace con los controles marítimos de Chile, sobre todo, para ofrecernos el inmediato embarque del Piloto Naval -o lo que es lo mismo, el Práctico- para que nos lleve por las Angosturas (asi llaman a las rutas que hay desde la entrada a Magallanes hasta Punta Arenas), hasta el puerto de Punta Arenas, que después de tanto meneo, bien nos va a venir para descansar el cuerpo y distraernos un poco en tierra, hasta que tengamos que volver a zarpar para dirigirnos a Ushuaia (Argentina), próximo puerto de atraque, antes de cruzar el temible Paso de Drake o Mar de Drake -que es el punto donde se unen o chocan los dos Océanos: el Atlántico y el Pacífico-, de camino hacia la Antártida.

Mientras, la navegación continuaba cerca del Cono Sur de Argentina, antes de llegar al punto donde tendríamos que caer a Estribor para adentrarnos en el Canal de Magallanes, la mar continuaba pegándonos bastante duro y nosotros deseábamos cuanto antes meternos en el dichoso Canal, a ver si este castigo se terminaba de una vez. Aunque pensandolo un poco mejor, también los antiguos marinos pasaban por aquí, pero en peores condiciones que ahora, y sin embargo llegaron a ser todos muy buenos marinos, por lo cual, nosotros no tenemos motivo para quejarnos de una manera clara, pero en fin... estamos deseando atracar y parar el barco.

En el monumento a Hernando de Magallanes.
No hay novedad que contar en el día de hoy que ha seguido siendo como los anteriores, aguantando la paliza de la mar que estaba dejando los cuerpos descoyuntados de todos los miembros de la dotación, que ahora está sabiendo lo que es navegar con muy mala mar, pero que están demostrando que lo soportan muy bien, al menos es lo que se puede ir apreciando en todos, porque los que lo pasan realmente mal, hacen de tripas corazón para realizar las labores que tienen encomendadas, tales como las limpiezas de los interiores, preparar la comida, preparar tambien los servicios para las distintas Cámaras y mantener limpia la ranchería o reposteria..., son unos valientes estos Marineros, pero también les ayudamos a soportar lo mal que lo están pasando. Nosotros somos profesionales y estamos acostumbardos a navegar por todo tipo de mares, pero los chavales que no han navegado en su vida y practicamente salieron del Cuartel para embarcar en nuestro buque, están demostrando que saben ser unos buenos Marineros. Por todo esto que cuento, el llegar pronto a puerto nos va a venir bien a todos, por lo menos nos vamos unos dos o tres días estirando las piernas sobre tierra firme y habrá mareos... pero de otro tipo.

Día 20 de noviembre de 1989.
De madrugada, a comienzo del Estrecho de Magallanes, aminoramos la velocidad al mínimo para que embarcara el Piloto Naval: Un Oficial de la Armada Chilena, que desempeña el cargo de Segundo Jefe de Comunicaciones del Puerto de Punta Arenas (Teniente de 1ª, así les llaman aqui), y muy amable y cortésmente, se presentó en el Puente de Mando, al Sr. Comandante para ponerse a su servicio hasta el atraque del buque.

Antes de que embarcara, pudimos disfrutar de unas horas de mar tranquila, sin apenas viento alguno, pero en cuanto empezamos a navegar de nuevo bajo las indicaciones del Piloto Naval, y conmigo en la caña, empezó a levantarse la mar y el viento. Y por un momento nos creímos que estábamos otra vez fuera, en mar abierto... ¡era increíble la forma que tenía la mar de azotarnos y de que manera lo hacía!!. Pienso que la anécdota estuvo en esos momentos, porque yo pensé que la culpa la tenía él o bien la tenía yo por poner el barco de proa al viento, hacia donde soplaba con poca fuerza, porque en apenas un corto de espacio de tiempo, aquello parecía un auténtico temporalazo de los que marcan records. Ni el mismo Piloto Naval se lo podía creer.

Esa fue nuestra suerte, que la mayor parte del tiempo estuvimos cerca de costa, porque si nos coge en mar abierto, "nos hubiéramos enterado de lo que vale un peine", y aún así... nos movimos, ¡vaya que si nos movimos!.

Las típicas bromitas para una foto.
Pues como iba diciendo, en cuanto nos adentramos en el Estrecho, nos empezó a azotar de tal manera, que se tuvo que reducir la velocidad. El Práctico (Piloto Naval) "cambió la pastilla" como cuatro o cinco veces (pobrecito él, ya no le quedaba nada para sacar afuera) y se quedó hecho polvo, y claro, nosotros que lo habíamos pasado realmente mucho peor durante varios días, nos quedamos verdaderamente asombrados ante lo que estábamos presenciando, y la excusa que nos dió -no del todo comprensible- era que llevaba dos años destinado en tierra y que había perdido la costumbre de navegar (??). ¿Y como "guiaba" a otros buques que entraran por el mismo sitio que nosotros...? ¿Por control remoto...? Bueno, pues con esta otra anécdota seguimos rumbo y continuamos "macheteando" el mar, rumbo a Punta Arenas, y como llevamos cuatro horas de diferencia horaria con España, aqui nos empezó a clarear hacia las 04.30 horas de la mañana, pero a esa hora ya estaba yo en la cama, descansando, pues en la guardia me fui turnando con Andrés en la caña, y el Puente estaba demasiado "ambientado" y claro, todos estábamos, más o menos, excitados y con las ansias lógicas de llegar a puerto.

A las 08.00 horas de la mañana, se tocó "Babor y Estribor de Guardia", para preparar la entrada a puerto y recibir a otro Práctico, el de Puerto, que ayudado por dos pequeños remolcadores, nos abarloó ¡¡al fin!! a un buque de la Armada Chilena, -el Escampavía "Yelcho"- que a su vez estaba abarloado a un buque italiano tambien científico -el "Explora"-, es decir, que "aparcamos en tercera fila", pero bueno, el caso es que ya estábamos atracados y podríamos descansar un par de días sin movernos tanto, como en esta última semana.

Y mientras los de máquinas dejaban arranchada la Sala de Máquinas, el resto descansábamos en el Comedor tomando unas cervezas, y planeando lo que íbamos hacer cuando saliéramos a tierra, y quienes íbamos a ir con quien.

El caso es que nos juntamos siete para ir a comer, y a las 14.15 horas, nos fuimos a un restaurante típico, de nombre "Sotitos", muy bien servido, para cambiar de alimentos, de lo que yo me arrepentí, porque me quedé con más hambre que la que llevaba, pero bueno... Del menú que pedí... algo "caté". A saber: sopa marinera (probé algo, porque estaba rica, pero llevaba mucho pescado y la deseché enseguida), centolla (la comí toda, porque ya venía preparada con su ensaladita), filete al champiñón con papas fritas (comí solo un poco de champiñones, porque lo que era la carne, daba verdadera pena), y de postre: piña con "cuantró" (me lo comí todo); en la comida tomamos un vino rosado muy rico y como eramos siete, pues claro, cayeron como unas ocho o nueve botellas de este vino, que además entraba muy bien, era muy suave.

Ahora posamos serios para la foto.
En el mismo sitio, se encontraba (en mesas distintas, claro) el Comandante del buque y el Segundo Jefe de la Expedición, y en otra el Jefe de la Expedición con su hijo, un Oficial de la dotación del buque. A las dos mesas, les envíamos un bajativo, como muestra de educación, cortesía y, respeto, y aparte de esto, porque nos apeteció; a lo que ellos contestaron, enviándonos otro. Aclaración: un "bajativo" es, invitar a los comensales de otra mesa a una copa de lo mismo que estén tomando en ese momento, como gesto de cortesía y educación (al menos como me lo han explicado a mi, que no lo sabía).

Tambien nos encontramos allí a una Delegación de la Cámara Española de Comercio, que se acercaron inmediatamente a saludarnos, en cuanto se dieron cuenta de éramos españoles -y me lo imagino- seguramente porque se habrían enterado de que un buque de la Armada Española llegaría a este puerto en estos días.

Pues entre charlas y bromas y chistes, acabamos de comer cerca de las cinco de la tarde, y después nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad, que por su aspecto, más bien parecía una población norteamericana de las que salen en las películas: calles anchas, amplias, coches ("carros") grandes, edificios de estructura tipo colonial, casi todos de una planta, o como mucho tenían dos plantas, pero todas muy bonitas. Es la única ciudad del mundo que tiene pistas de esquí, mirando al mar. Toda una curiosidad de este lugar.

Bien, pues llegamos a la Plaza de Hernando de Magallanes y allí nos hicímos las típicas fotos al pie del monumento, como recuerdo de nuestra estancia y visita. Continuamos nuestro recorrido y nos metimos en una cafetería, que por su aspecto debe ser la más popular de por aqui. Su nombre: "Gharoga". Empezamos a consumir y a charlar de mil cosas, luego se nos agregaron (en mesas junto a la nuestra) más compañeros del barco que también fueron apareciendo por allí y estuvimos hasta cerca de las diez de la noche, ya que a las once debíamos estar todos a bordo. ¿A que se debía esto? Pues se debía a que el buque chileno al que nos encontrábamos abarloados -el Escampavía "Yelcho"-, tenía que salir a la mar a las doce de la noche, por lo que teníamos que realizar la maniobra, para dejarle franca la salida. En efecto, asi fue; nos quedamos fondeados durante una hora a una milla del puerto para volver a abarloarnos al buque italiano "Explora", pero esto ya forma parte de otro día, que mañana seguiré relatando. Ahora hay que descansar un poco.

En la Cafetería "Gharoga". Punta Arenas (Chile).