miércoles, 13 de abril de 2011

DIARIO DEL VIAJE A LA ANTÁRTIDA ( X X ).


La hora de la comida.



Día 23 de diciembre de 1989.
Hoy es la víspera de Nochebuena y seguimos navegando con rumbo a Port Arthur, en la Base Americana "Palmer", para intentar reparar la máquina averiada. Mientras continuamos la ruta, los mecánicos se han tirado toda la noche trabajando en ello, pero las condiciones meteorológicas que nos están acompañando, hacen casi imposible lograrlo; de todas maneras lo siguen intentando mientras no llegamos al lugar decidido por el Mando, para estar un poco socaireados y de esta manera estar más protegidos del viento y la mar.

Navegamos con el viento de proa, con rachas de 70 a 80 nudos de intensidad y una fuerte marejada que está siendo muy castigadora, porque hay mucha mar de fondo.  Por lo que nos estamos moviendo de lo lindo. Decía en la crónica de ayer, que navegar con la mar calma y poco viento no nos cuadraba, y ahora es cuando vemos realmente lo cambiante que es aqui la climatología. Lo mismo tienes un día despejado, sin viento y con la mar tranquila, que en menos de lo que canta un gallo, cambia totalmente y hay que trincar todo a son de mar para que permanezca en su sitio. Pareciera como si los Dioses Neptuno y Eolo, se estuvieran peleando continuamente, y a nosotros siempre nos pilla de por medio, ¡que mala suerte!.

Para colmo de males, se nos ha venido abajo el piloto automático, y tenemos que ir gobernando a mano, lo que hace que la guardia sea más agotadora manejando el timón, ya que tienes que llevar la mirada fija en la giroscópica, cuidando que no se te vaya el rumbo, y nos hemos tenido que ir turnando Andrés y yo, hasta la hora de comer, en que ya estamos cerca de la Base "Palmer", justo donde en la Campaña anterior se hundió el buque ARA "Bahía Paraíso", de la Armada Argentina, del que solo se veía la "panza" del casco, ya que el resto estaba totalmente hundido y boca abajo. Un buque muy superior al nuestro... pero que ahí quedó, gracias a Dios, sin desgracias personales.
Dos ballenas "Yubarta"

Bueno, pues llegados a Port Arthur, fondeamos frente a la Base Americana, y los mecánicos seguían en su trabajo de intentar reparar la máquina, trabajando en turnos y a destajo. Las perspectivas que hay, son las de permanecer aqui dos o tres días, hasta que todo esté bien. Por la tarde nos hemos dedicado a "vestir" un poco el Comedor con toda clase de adornos navideños para celebrar las Fiestas y especialmente el día de Nochebuena, que como ya he dicho en algún día anterior, será la primera que pasemos tan lejos de nuestras familias y nuestra Patria. Veremos que tal lo pasamos.

Y finalizo el día, fondeados. Con la novedad (realmente si que es una mala novedad) de que el motor tiene pocas probabilidades de poder se reparado con los medios que tenemos a bordo, pero de todas maneras se va a seguir intentando y trabajando en ello, para hacer todo lo posible por conseguirlo.

El Comandante estuvo en la Camareta de Suboficiales y en el Comedor de Marinería, bueno, que es el Comedor de todos. Nos contó detalladamente lo que ocurría y lo que se iba a hacer en consecuencia: una vez reparado provisionalmente el motor, se arrumbará hacia Isla Livingston para desembarcar víveres para la gente que queda en tierra y seguidamente arrumbaríamos hacia el Continente Sudamericanao, donde llegaríamos a la ciudad de Punta Arenas, para meternos en reparación en unos astilleros, lo que supondría una estancia relativamente larga y seguramente el fin de la Campaña Científica, ya que automáticamente nos volveríamos para España, no sin antes recoger a todo el personal que tenemos en tierra, tanto en la Isla de Livingston como en la Isla Decepción.

La verdad es que la noticia no cayó realmente bien, sino todo lo contario. Es como si nos hubieran dado un mazazo. Aunque nadie le echa la culpa a nadie, pero indudablemente esto quiere decir que la Campaña Científica, con nosotros por lo menos, toca a su fin; que la Segunda Fase no se hará y que económicamente vamos a salir un poco mermados, eso está claro. A partir de este momento, los comentarios de todo tipo se disparan, y "Radio Macuto" empieza a funcionar con toda clase de rumores.
Bien abrigados.

Pero en fin, no podemos hacer nada más; son cosas de la mécanica. Cuando no hay... no hay y punto. Ahora nos queda prepararnos para celebrar unas Navidades a más de 14.000 kilómetros de casa; esperemos que por lo menos lo podamos pasar decentemente bien, dentro de lo mal que estamos ahora mismo. 

Ajenas a nuestros problemas, las skuas, siguen volando alrededor de nosotros, de nuestro buque, mientras les damos pan -o lo que sea-, con las manos; ellas se acercan recelosas hasta que se atreven a coger con el pico lo que les ofrecemos y remontan el vuelo, para dar otra pasada y "pescar" algo más.

Día 24 de diciembre de 1989.
"... Esta noche es nochebuena y mañana navidad, saca la bota Segundo, que me voy a emborrachar..." Esta era una de las estrofas de los muchos villancicos que hemos entonado hoy.

Por la mañana, se ha empezado a respirar ambiente navideño, aunque seguía flotando en el aire la gravedad de la avería en los motores. Por parte de los mecánicos, se montaron dos turnos de trabajo continuo, para desmontar y limpiar las culatas y tratar, de esta manera, encontrar la avería, pero claro... son 36 cilindros. Aunque solo se están mirando los 18 correspondientes al motor de babor, que es el que ha resultado averiado. Mientras tanto y aprovechando el fondeo, el personal de Máquinas nos mantenía al corriente de como iba la reparación, cada vez que pasaba alguno por el Comedor.

Durante este tiempo de obligado fondeo, el personal científico perteneciente a la Expedición, se encargaba de sus tareas, tales como hacer oceanografía, hidrografía, geodesia, etc., etc. Las embarcaciones menores salían con este personal, hacia los puntos que creían oportunos para hacer sus mediciones, cálculos, anotaciones, etc.; se mantenían en contracto entre sí a traves de los "gualqui-talquis", y a la vez, enlazados con el buque, por lo que mientras estamos de guardia en el Puente de Mando, nos vamos enterando de lo que hacen, hablan y comentan con respecto a las labores que van desarrollando.

También hay quien se dedica a la ecología, como es el Teniente Coronel de Intendencia de la Armada, don José L. Curt, eminente ornitólogo, poseedor de varias licenciaturas y con algunos libros publicados, todos ellos hablando de y sobre la vida de los animales, lo que le ha traido hasta aqui. Lo que más me ha llamado la atención -personalmente- es que fue amigo personal de aquél que fuera gran amigo y amante de los animales, Félix Rodríguez de la Fuente, reconocidísimo naturalista del que todos han oido hablar y visto sus documentales en televisión. Bueno, pues este señor -el Teniente Coronel, digo-, se dedicó toda una mañana entera (la de hoy) a estar con los pingüinos "Adelia", para estudiarlos un poco, ver su comportamiento, su forma de vida, etc., etc. y del que también estábamos pendientes, porque se encontraba en tierra el solo.
Cena de Nochebuena.

Durante todo el día, se podía escuchar a través de los altavoces, las canciones navideñas que se ponían por la red de ordenes, y así, entre villancico y villancico, llegó la hora de comer. Menú exquisito, para tan señalado día: patatas fritas y dos huevos fritos, y la verdad es que aunque no sea un menú de 4 estrellas, la gente lo agradeció y lo comió con gusto, porque creo que es una comida tan española como nosotros mismo, y ya llevábamos mucho tiempo sin probarla. Hay quién decía, que el Lubina lo hacía para que nos quedáramos con hambre y a la noche pudiéramos despachar más a gusto "el-menú-de-la-cena-de-Nochebuena".

Está claro que, quedándote con hambre al mediodía, cuando llega la noche, no le haces ascos a lo que te pongan, porque entonces significaría que uno tiene demasiado fino el paladar y eso no es admisible, por lo menos aqui, asi que, el que lo tenga fino seguro que pasará algo de hambre, hasta que se le desgaste el paladar de tanta "finura".

Por la tarde, empezó nuestro amigo Lubina a preparar el menú para la cena y la distribución de los comensales: cuántos íbamos a cenar en cada Cámara, y de que manera; así quedamos que en Marinería, íbamos a cenar todos los Cabos juntos, excepto el de guardia en el Puente, pero suponiendo que le dejaran bajar, estaríamos todos juntos, menos Antonio, que sigue favorablemente la recuperación de su intervención quirúrgica en Punta Arenas. Hora de la cena. las 21.00 horas. Menú: entrada de espárragos, gambas, langostinos, salpicón de marisco bañado con mahonesa; vino de Reserva; lechón al horno; y de postre... turrones variados, mazapanes, polvorones, peladillas, frutas... Después cava. Pero bueno, eso era para la cena; antes cenaron los Marineros para que estuvieran bien dispuestos a la hora de servir y funcionar en la Repostería, y claro, también lo hicieron en muy buena armonía, y por supuestos, con ellos que suelen ser los más sufridos, no podía faltar el detalle, como así ocurrió.

El detalle fue como sigue: En una de mis rutinarias rondas al Comedor (para tomar un refresco o café, y subir algo para el Oficial de Guardia, porque no tenemos quién nos suba algo), y verlos a todos reunidos, les deseé una Feliz Nochebuena y me contestaron todos al unísono, se encontraban con algunos de los otros Cabos, y a uno de ellos -creo que fue Bravo-, se le ocurrió decir que como gesto de buena voluntad, no estaría de más que el Jefe de la Camareta de Cabos, sirviera unos cafés a los Marineros; a lo que todos se sumaron pidiéndolo ya que sería algo fuera de lo normal, y yo, la verdad, no supe negarme a esto porque es verdad que los Marineros se lo habían ganado con su trabajo y buen hacer, siempre dispuestos para lo que se les mandara y ordenara.
Todos en la cocina.

Dicho esto, me metí en la Repostería y me puse a prepararles el café para los seis Marineros, y después de servirlos en bandeja y todo, como un buen profesional de la hostelería (y no lo soy, ciertamente, aunque me defiendo), se quedaron muy contentos. Este gesto por mi parte, no tiene ninguna importancia, y no lo escribo con esta intención, ni mucho menos; es solo un detalle más de los muchos que se sucedieron y de los que espero sigan ocurriendo hasta que la Campaña finalice. Ellos si le dieron importancia, y lo plasmaron fotográficamente, de lo cual no es que me enorgullezca, pero si me gustó, por lo que espero me den una copia para mi album particular.

Bueno, pues después nos tocó a nosotros la hora de cenar, y lo hicimos bien, en buena armonía, aunque en el fondo teníamos un poco de mosqueo porque nos habían prohibido la bebida alcohólica, en "castigo" no sabemos por qué, pero ahí estaba el hecho, y claro, no nos sentó nada bien puesto que no habíamos provocado ningún hecho deplorable ni que llamara la atención, ni nadie se propasó con hechos o palabras. De cualquier manera, lo íbamos a exteriorizar para que se supiera.

El momento oportuno de hacerlo, fue cuando bajaron el Jefe de la Expedición y el Comandante del buque, a felicitarnos la Nochebuena, y se lo dijimos; que no había derecho, que nosotros cumplíamos con nuestra obligación y que no nos hemos "salido de madre" en ningún momento. Se nos contestó que más tarde nos sacarían unas botellas de licor para disfrutar y alegrarnos un poco la noche.

Bien, pues inmediatamente empezamos -no por este hecho, sino por alegrar la noche de la Nochebuena- con los villancicos, y para ello, cada uno disponía de su instrumento musical: panderetas, trompetillas chillonas, matasuegras, carracas, etc. Y así empezamos la diversión, cantando "...pero miran como beben los peces en el río, pero miran como beben por ver a Dios nacido..." y alternábamos -de pronto- con las sevillanas, Abel y yo hacíamos de bailarines, otro hacía el papel de andaluz recio del campo, el andaluz "cerrao" con su gorro cordobés; nos sacábamos fotos para el recuerdo (que raro sería, si en una fiesta de este significado tan especial, no se hicieran las fotos, que se puede decir que ya son de rigor), y metidos ya en el día de Navidad....
Después de cenar... ¡la Fiesta!.

Día 25 de diciembre de 1989.
... Nos llegó la visita de todo el personal de la Expedición, a felicitarnos y cantar con nosotros más villancicos. A partir de ese momento, empezamos a alegrarnos un poco más, la bebida corría y no sabíamos por donde aparecía, pero ¡je, je, je! ¡allí estaba!. Al poco rato aparecieron los Suboficiales, y un poquito más tarde, tambien la Oficialidad, encabezada por el Jefe de Expedición y nuestro Comandante, quienes se sumaron a los cánticos, queriendo de esta forma, hacer un grupo compacto y único, una familia, donde nos juntamos todos para cantarle a la Navidad, a la Felicidad, al recuerdo, a la nostalgia, a la amistad, al compañerismo... ¡y por cien mil tiburones blancos -que diría el Rey Neptuno-, que se logró!.

De pronto, todos nos encontramos hermanados en este pequeño habitáculo que es el Comedor de Cabos y Marinería. Allí, es donde se halla la confluencia de todo el buque, como se suele decir, de Rey a paje; mezclados, cantando, riéndonos de los chistes y gracias de cualquiera, fuera quien fuera. Tuvimos hasta grabaciones en video por parte del Capitán Aragón, de nuestro Segundo Comandante y del Contramaestre de Cargo, don Fernando; los tres hicieron sus grabaciones y esperamos que de todo esto salga un buen montaje, porque indudablemente quedará un buen recuerdo para toda la vida.

Cuando haya pasado cierto tiempo, y de pronto descubramos entre cintas viejas o mezclada entre libros "esa cinta con montajes de la Navidad en la Antártida"... seguro que se nos dibujará una enorme sonrisa y nos pondremos a verla para recordar esos momentos, para volver a vivirlos. Sería un buen recuerdo, un bonito recuerdo.
Reposando un poco.

Y como todo tiene su principio, tambien tiene su fin, y poco a poco, los ánimos fueron decayendo, del cántico se pasó a la charla general con anécdotas, chistes y gracias... y de aqui, a la charla por grupos, ya con todo el mundo más relajado, más cansado...

Yo estaba fascinado (aunque participaba en todo, me iba fijando en todo el personal que había en ese momento), porque iba viendo la disgregación de todo un gran grupo compacto, los Jefes se volvían a su Camareta, algunos cientifícos se iban a la suya, otros se reunían en pequeños grupos de tres o cuatro personas, que copa en mano, iban escogiendo el mejor sitio donde estar más o menos cómodos para tener un rato de charla con quien fuera. El cansancio fue aflorando en los rostros, se veían caras de sueño, y veía como algunos se iban en busca de su litera para darle descanso al cuerpo y a la mente, mientras los vapores alcohólicos iban desapareciendo para dejar paso a la resaca mañanera del cava o del wihisky, o lo que fuera, a la vez que se pensaba en que aunque fuera el día de navidad, eso no contaba aqui, y había que seguir haciendo los trabajos hidrográficos, oceanográficos, etc., etc., que ya estaban programados desde el día anterior, a la finalización de los que ya se habían realizado.

Yo también decidí echarme un rato a descansar, aunque solo fuera un rato, porque a las 04.00 horas tenía que entrar de guardia, y por lo menos tenía que estar un poco despejado, y si no...¡¡aire de alerones, para despejarte y no dormirte!!, y mientras, observar el glaciar que teníamos enfrente, y ver como en pequeños trozos se va desgajando, mientras el tiempo va pasando muy lentamente para ti, y muy rápido para los que están durmiendo. Pero esto ya es otra historia y más tarde seguiré relatando lo que ocurra durante el día de hoy. ¡¡ FELIZ NAVIDAD !!.

Si durante la noche todo era jolgorio, hoy apenas si ves gente circulando por el barco. Solo se ven aquellos que tienen que entrar de guardia o que salen de guardia, y los expedicionarios que se retiraron pronto y salían para sus pruebas científicas, y en la Cámara de Popa (la de los científicos), algún que otro retrasado que todavía no se había dado cuenta de la hora que era y seguían apurando la "penúltima" copa, pero que ya andaban con los ojillos algo cristalinos y la voz ronca de hablar durante tanto tiempo, contando "batallitas".
Sesión de cantos de todo tipo.
La mañana transcurría lenta, aburrida y silenciosa, y conforme transcurrían las horas, empezaba a aparecer gente de los distintos camarotes. El personal de Máquinas, seguía trabajando sin descanso, y lo mismo oías una noticia alentadora, que a los diez minutos otra desalentadora, y seguías con la duda de qué es lo que realmente pasaba en "la mina" (así se conocía a la Sala de Máquinas).

Las últimas noticias son que el día 26 saldríamos con rumbo a Punta Arenas, pero... todo dependía de que las cosas fueran bien o no. A las 14.00 horas volví a entrar de guardia, y seguíamos sin novedad; nos volvimos a reunir los Cabos para comer juntos, casi con el mismo menú que el día de ayer, pero bueno, estábamos bien y el que más y el que menos, llevaba la resaca encima, pero con buen ánimo.
Contando algún chiste, seguro.

Hoy volví a llamar a los míos para felicitarle y saber como lo habían pasado, y lo de siempre, que me habían echado de menos, que habían cenado bien, que como lo había pasado yo... todas esas cosas que te dicen cuanto estás lejos de los tuyos.

Entretanto, mi amigo y compañero Abel, el multiapódos (y digo esto, porque es un nervio viviente, y claro, se le conoce como "El Fuguillas", "El Chip Prodigioso", "El Virus Informático", y otros más, cariñosos todos, que le han ido colgado, según iba teniendo las consecuentes "caidas"), seguía en el alerón emulando a Rodríguez de la Fuente, dando de comer a las skuas, que precía que ya le conocían, porque se le acercaban sin recelo ninguno y comían de su mano todo lo que éste les ponía: pan, queso, jamón, chocolate, turrón, galletas... de todo, y él se lo pasaba pipa. Hasta hubo una que casi le quitó el gorro de la cabeza, pero se pudo agachar a tiempo, lo que originó las risas de los que en el Puente estábamos, observando lo que hacía, y diciéndole que tuviera cuidado, que ese pájaro le quería quitar el gorro, porque no le prestaba la suficiente atención y no le daba de comer igual que a las demás, pero que si seguía de esa manera, podría conseguir amaestrarla y hacerse buen amigo de ella.

A las 19.00 horas, me eché en cama para descansar un rato hasta la próxima guardia que me toca, que es la media, es decir, de las 24.00 a las 04.00 horas de la mañana. Asi que, hasta mañana, en que empecemos un nuevo relato de un nuevo día y posiblemente el día que iniciemos el camino de vuelta para reparar la avería en el puerto de Punta Arenas.

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