miércoles, 9 de marzo de 2011

DIARIO DEL VIAJE A LA ANTÁRTIDA. ( III )

18 de octubre de 1989.
Hoy hemos empezado el día, casi como lo acabamos ayer; había que descansar, pero no podía ser, porque había que dejarlo todo listo antes de la salida a la mar, y el trabajo que tengo en la Oficina es bastante. No porque sea mucho, sino porque no hay Oficina, no ha habido quien la llevara y así estaba todo; pero poco a poco, se va haciendo, no queda otro remedio. Mis lamentaciones de poco sirven, primero porque ahora no me van a hacer un habitáculo para que yo pueda tener todo lo referente y relativo a una oficina en si, y en segundo lugar, porque aunque se pudiera hacer... no hay presupuesto ni tiempo. Y cuando menos te lo experas, nos llaman a todos para cargar más víveres, que al principio se hace un poco pesado precisamente por eso, porque todo es peso, pero a los cinco minutos, todo va sobre ruedas, o mejor dicho, sobre  brazos, porque desde tierra hasta la cubierta -pasando por el portalón- hacemos una cadena y nos vamos pasando la carga, y cuando acaba, estamos cansados pero contentos porque nos lo hemos pasado bien entre bromas y cachondeo. Nos hemos divertido gastando alguna que otra bromita, y cuando alguna caja era de algo que nos gustaba, pues no perdíamos la ocasión y algo cogíamos para llevarnos a la boca.

En general, estamos empezando a vivir muy en camaradería, a ser buenos compañeros, a conocernos mejor día a día, y para el tiempo que nos va a tocar vivir juntos, es bueno que esto comience de esta manera y con buen pié. Y ahora llega la hora de comer, donde nos volvemos a ver todos, después de una buena ducha para quitarnos el sudor y refrescarnos. Una ducha de agüita fria viene muy bien para el cuerpo, máxime cuando aqui está haciendo un calor que no esperábamos, aunque ya se sabe que en Canarias, el clima es totalmente diferente al resto del territorio español.


Nuestro menú de hoy, ha consistido en un potaje de garbanzos con acelgas, lenguado molinera y de postre... manzana. De los garbanzos podemos decir que estaban "algo durillos", tanto, que casi podríamos ir a la guerra sin balas, porque nos valdrían como munición, pero en fin... ¡que le vamos a hacer!. El mismo Lubina se ha lamentado por esto y ha reconocido que a pesar de estar más de cinco horas a remojo, no se han podido ablandar; pero claro, tambien hay que decir, que salió el día anterior y no se acordó de ponerlos bien a remojo, y cuando llegó tuvo que ponerlos enseguida para que se ablandaran, al menos un poco. Pero bueno...


Por la tarde hemos hecho otro baldeo general del buque, para lo que hemos formado el siguiente equipo: Blanco, Vila, Carro, Wait y Morcillo (todos somo Cabos, menos el último que es Marinero, y se ha querido sumar al equipo, para divertirse un rato ya que hoy no le apetecía salir a tierra). Empezando por proa hacia popa y de babor a estribor, en parejas y uno con la manguera de contraincendios empezamos a limpiar, y ¡como no! tambien a ducharnos, porque si no lo hacemos con un poco de cachondeo, nos resulta aburrido y cansado, mientras uno va dando agua con la manguera, los otros le van dan dando al brus enjabonado para quitar todo el salitre de la cubierta, mamparos, escalas, cajas, rincones... así estuvimos unas cuatro horas. Hasta que dejamos el barco limpio como una patena, en cuanto a cubierta y mamparos se refiere, que los interiores es otra cosa y eso les corresponde a los Marineros que tienen la limpieza del comedor, los pasillos, los aseos, la ranchería (que es donde se lavan todas las bandejas de la comida, la cubertería, cristalería, jarras, fuentes, etc.


Baldeando con la contraincendios de proa  a popa
Una vez que hubimos acabado, lo celebramos con una botella de whisky (invitación del Segundo Comandante) por el trabajo tan bien hecho, pero más que nada para matar el frío que habíamos cogido con tanta agua. Lo mejor y más bonito, es que no nos importó que otros compañeros salieran francos a tierra, porque también ellos habían hecho su trabajo, bien en máquinas, limpiando interiores, ordenando los pañoles, arranchando bien la despensa, la frigorífica, etc. Cuando acabamos, nos dimos una buena ducha de agua dulce, y nos dispusimos a ver el partido de futbol que daban por la tele, entr el Milán y el Real Madrid en el torneo de la Copa de Europa. Y después del partido, cada uno hizo lo que quiso. Unos se fueron para cubierta a tomar el fresco, otros a llamar por teléfono y otros se quedaron en el comedor viendo la tele, mientras la noche seguía avanzando.


Hoy si me arreglé para salir franco a tierra y lo hice con mi compañero Antonio -uno de mis tocayos, y el Electrónico de a bordo- para dar una vuelta por la ciudad, para respirar otro aire, ver el ambiente callejero fuera del recinto del Arsenal. Y la verdad es que no duramos mucho, ya que estábamos muy cansados y el cuerpo no nos pedía mucha marcha, así que después de darnos un buen paseito, decidimos volvernos al barco para descansar. Ahora seguro que a bordo, el ambiente estaría tranquilo y podríamos descansar a pierna suelta.


La anécdota de hoy, o la broma (como se quiera llamar) ha recaído sobre mi persona, ¡me tenía que tocar a mí!. Después de la faena del baldeo y tomarnos los "güisquis", me fui a duchar como todos, pero antes tuve que hacer mis necesidades y en plena "tarea", me echaron un cubo de agua por encima de la puerta, mojándome todo lo que se podía mojar; y allí me ve ves, mejor dicho, allí se me puede escuchar maldiciendo hasta en arameo (que ese idioma no lo sabía yo, pero así fue) porque claro, piensas que ya no te dejan hacer tus "cositas" en la tranquilidad e intimidad de ese espacio reducido donde solo se entra para una cosa; pero no se contentaron con eso, no, ¡que va! porque cuando estaba en la ducha, me cerraron la puerta por fuera y vuelta a echarme más agua, pero esta vez, fría; y menos mal que yo me estaba duchando tambien con agua fria y no me dió mucha impresión, pero el susto si me lo dieron. Pero el caso es que las dos veces que pude salir de mi "encierro" para ver quién había sido el "gracioso de turno", no pude ver a nadie, y por supuesto, nadie había visto nada, a nadie, ni oido nada. En fin... luego supe quien había sido, pero todo quedó en eso, en una broma que como muchas más se irían haciendo a lo largo del viaje y tampoco es que me sentara mal, pero había que hacerse respetar un poco, pero así no había manera. Además, como novato a bordo tendría que aguantar con alguna broma más. Lo malo es que ya no puedes hacer "tus cosas" sin que te bañen y que cuando te bañes, te quieren bañar más todavía, pero bueno, que todo sea como esto. Ya aprenderán a tomarse un poco más en serio la veteranía y tu antigüedad y entonces, las bromitas serán menos "dañinas" pero siempre con la "puyita" tirada, para solaz del resto de los presentes o compinches.

Dia 19 de octubre de 1989.
Hoy es el último día de estancia en Las Palmas de Gran Canaria, por lo tanto, también en España, antes de que arrumbemos al puerto de Salvador de Bahía, en Brasil.


Por la mañana hemos tenido limpieza general en interiores: Cámaras, camarotes, aseos, pasillos, comedor, cocina, ranchería, lavandería, puente... porque va a venir el Comandante General de la Zona Marítima de Canarias a visitar el buque y despedirnos para que tengamos una muy buena navegación. Y no es que estuviera todo sucio -se limpió todo el día anterior-, pero había que adecentarlo un poco más, lo mejor posible, para que tuviera una buena presencia ante el Almirante. Creo yo, o mejor dicho, creemos que se habrá llevado una buena impresión, porque nos hemos esforzado en que esté en perfecto estado de policía.


Es como si dijéramos de la visita oficial de un Ministro a un Centro Oficial, donde le enseñan todas las intalaciones, acompañado por el Director General de ese Centro, indicándole y explicando los servicios de cada sitio. Pues esto fue igual, el Almirante y sus acompañantes, acompañados de nuestro Comandante que le va explicando los pormenores y presentando a los miembros de la dotación que por allí hubiera. No cabe duda de que se fue satisfecho de ver un buque tan limpio y ordenado, su dotación en perfecto estado de policía, y el barco... este barco tan pequeño, que va a iniciar su Segunda Campaña Antártica. Me estoy empezando a dar cuenta de la envidia (sana) que se nota en la cara de otros compañeros con los que hemos coincidido, y por momentos, me voy sintiendo más a gusto.


Después de la visita, hemos vuelto a la faena: yo a lo mío, que es la oficina, y los demás a lo suyo. Pero lo curioso es, que como no dispongo de oficina, soy "ambulante". Me explico -aunque creo que no hacen falta las explicaciones-: Veamos, si estoy trabajando en el Puente... me echan de allí, porque tienen que preparar las cartas náuticas y marcar la derrota a seguir. Bien, pues me voy al laboratorio que allí no molesto a nadie y estoy apartado del bullicio del interior. Y cuando empiezo a trabajar, me vuelven a echar de allí porque van a meter las cajas de la bebida (Coca-Colas, Fantas, Cerveza, Agua mineral...), y necesitan todo el espacio, por lo que decido irme al comedor, a ver si por lo menos puedo acabar lo que me queda pendiente antes de salir a la mar, y aprovechando que en este compartimento no hay nadie... de momento.


Y asi es, ¡por fin lo terminé todo!; acabo antes del reparto de la comida, por suerte para mi, porque si llego a tardar un poco más, hubiera tenido que "emigrar" a otro sitio (¿?).


Nuestro menú de hoy: lentejas, filetes con patatas fritas, vino y de postre: plátano (que por algo estamos en Canarias) y yogurt. Nos vino muy bien, para reponer fuerzas, y hoy estaba muy buena la comida, será porque a mi me gustan mucho las lentejas, no sé, pero hoy estaba muy rica la comida.


Después de comer, y una vez que se ha limpiado el comedor, continuo con la labor para terminar los últimos detalles y recoger todo para dejar toda la correspondencia oficial y particular en el Patrullero "MEDAS", para que al día siguiente la lleven a la Estafeta Naval. Por la tarde, salen varios a tierra para hacer las últimas compras, y cuando anochece, van presentándose a bordo unos con las compras hechas y otros con sus respectivas familias (quien la tenía aqui): esposas, hijos, novias, amigos y amigos, compañeros... Realmente no hay mucha gente para la despedida porque tampoco es una buena hora para salir a la mar y menos, de una despedida oficial como ya sucediera en la anterior Campaña.

Atardecer en el Atlántico
A las 21.00 (hora insular) se oye la voz de "Preparación del buque para salir a la mar" por todos los altavoces de a bordo, e inmediatamente, se ve un trasiego de gente que va de un lado a otro, cada uno comprobando lo que le corresponde para que esté todo en perfecto estado y no falle nada a la hora de soltar amarras. Se comprueban equipos, alarmas y sirenas en el Puente de Mando; se miran y comprueban las estachas para que estén un poco más flojas y sin llegar a tensar... Todo está en orden. Van llegando más personas para despedir al barco y a los tripulantes; tambien va llegando la hora de la partida: las 22.00 horas de este último día en tierra española, hasta dentro de seis meses.

Personalmente no tengo a nadie que vaya a despedirme, porque todos quedaron en Cartagena, lo mismo que otros compañeros, pero de todas formas estoy sintiendo el nerviosismo de la partida, que no es como cuando sales para unas maniobras en otra Zona Marítima distinta a la que perteneces, sino que vas al ¡¡POLO SUR!!, ¡¡A LA ANTÁRTIDA!! y nada menos que durante un periodo tan largo, algo muy parecido a lo que le sucede al "JUAN SEBASTIAN DE ELCANO", con la salvedad de que éste es un Buque-Escuela y hace muchas escalas en varios países del Mundo, mientras que nosotros estaríamos bastante tiempo sin ver ni tocar ningún puerto extranjero.

A las 21.50 se oye mi voz -que muy probablemente algunos maldecirían- por los altavoces que dice: "Babor y Estribor de Guardia, Babor y Estribor de Guardia". En un minuto todo el mundo está en sus puestas y se da la novedad al Segundo y éste le da la novedad al Comandante. Se da la orden de quitar el portalón y una vez que está a bordo, empieza a dar la orden de "Toldilla, ¡larga spring!, Popa,¡larga todo!" y por último, la última voz que nos desata del muelle, de tierra española y de los nuestros... "Proa, ¡larga todo!, caña a la vía, atrás Babor!" y poco a poco el buque se va separando del muelle, desatracando marcha atrás, para poder virar en la punta del muelle y salir a la ensenada del Puerto de Las Palmas, mientras comienzan a levantarse los brazos de los que están en tierra para despedir a los que iniciamos esta nueva singladura, y también nosotros saludamos con las manos, con las gorras...

Es triste, pero es así, desde el Puente observo como algunos pañuelos salen, no para flamear al viento, sino para secar las lágrimas que se escapan sin que se pueda evitar, y a mi se me hace un nudo en la garganta, cuando oigo decir al Comandante "Vamos a salir rápido ya de una puñetera vez, que esto de las despedidas es muy jodío" (él tenía a su esposa e hijos en el muelle), y la verdad es que tiene razón. A mi no me gustaron nunca las despedidas, por eso, porque no quieres llorar, pero siempre se te escapan las lágrimas sin que lo puedas evitar y no quieres que te vean llorar. Es así, y cuanto antes se acabe... mejor.

Cuando pasamos por delante de la "ATREVIDA" (atracado al otro lado del muelle del Arsenal), también no saludaron como despedida, y nosotros como respuesta, damos una pitada larga, larga, que se va perdiendo en el silencio de la noche. Enfilamos la salida del puerto y cuando salimos a mar abierto, se toca "Retirada de Babor y Estribor de Guardia. Entra Primera Guardia de Mar", por lo que me pongo a la caña (el timón), rumbo 215, mientras miramos como está la mar, para cogerla lo mejor posible y que el barco vaya cogiendo un movimiento uniforme. Y poco a poco, lo conseguimos.
Tengo que aclarar en este punto, el por qué entro de guardia en el timón. La razón es sencilla, no tenemos Marineros Timoneles, por lo que esas guardias, nos las tenemos que repartir entre los Cabos Profesionales, que más tienen que ver con el Puente. En este caso, yo por el ser el Escribiente y el que va llevando la Crónica del Cuaderno de Bitácora, el otro es el Electrónico, que por eso de que tiene que andar tocando los equipos electrónicos como el radar y otros, pues tambien, y el tercero, es el Cabo Maniobra que por su especialidad debe manejar tambien el timón. Así pues, las guardias de timón en el Puente, las montamos por antigüedad, el Escribiente, el Electrónico y el Maniobra (de los dos que hay, el más veterano). A las 12 de la noche, entra la Segunda Guardia de Mar, acaba el día y yo... termino de escribir el Diario y me marcho a dormir, pensando un poco que a partir de mañana solo vamos a ver agua y más agua, mar y más mar, por donde quiera que mires, y cuanto tiempo estaremos sin cruzarnos con otros buques, que la mar es muy grande y ancha. Y con estos pensamientos y el balanceo del barco surcando las olas, poco a poco fui cayendo en los brazos de Morfeo...











1 comentario:

  1. Hay que ver como estaba el mar y además el agua helada me imagino. Bien elegida la música. Magnífico video.

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